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La escritura es la transcripción del que habla. El hecho de que casi todo lo que decimos puede escribirse y que todo lo escrito puede leerse en voz alta torna irresistible la inferencia de que la escritura no es más que el habla “por escrito”. Por cierto, esta es la hipótesis habitual, que se remonta a Aristóteles, pero que aparece explícitamente en los trabajos de Saussure (1916/183) y Bloomfield (1933). Dado que los lectores ya son hablantes, el aprendizaje de la lectura se considera un mero aprendizaje de cómo representar la propia lengua oral (lo conocido) mediante marcas visibles (lo desconocido). Vino añejo en nuevo envase. +
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CAPÍTULO 12
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La lectura consiste en recuperar o inferir las intenciones del autor a través del reconocimiento de símbolos gráficos. Ni el reconocimiento de las palabras, ni el de las intenciones por sí solos constituyen la lectura. Los significados o intenciones reconocidos tienen que ser compatibles con las pruebas gráficas.
Los sistemas de escritura difieren en los aspectos del habla que representan gráficamente. Aprender a leer consiste en aprender a reconocer los aspectos representados gráficamente y a inferir aquellos aspectos del significado que no están en absoluto representados gráficamente.
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